'Los Espigadores y La Espigadora.'

Este próximo Martes, día 5, reanudamos las actividades culturales enmarcadas en nuestro 2º Aniversario con la proyección del documental francés "Los espigadores y la espigadora".
La cita en nuestro local 12, a las 8 de la tarde. En pantalla grande. Y con entrada libre.

















Título original: 'Les glaneurs et la glaneuse.'
Año: 2000.
Duración: 82 min.
País: Francia.
Director: Agnès Varda.
Guión: Agnès Varda.
Música: Joanna Bruzdowicz, Isabelle Olivier, Agnès Bredel, Richard Klugman.
Fotografía: Stéphane Krausz, Didier Doussin, Pascal Sautelet, Didier Rouget, Agnès Varda.
Género: Documental. Vida rural.
Premios:
2001: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor documental.
2001: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor documental.
2000: Premios del Cine Europeo: Mejor documental.

Reseña:

El documental desarrolla una historia que comienza en el diccionario, con la palabra espigador. Su realizadora,
Agnès Varda, se lanza a la carretera y comienza a seguir el rastro de esa palabra, llevada por pequeños golpes de intuición que nos la muestran, en primer lugar, en el vertedero en el que las empresas abandonan aquellas patatas que no son aceptadas por el consumidor. Ahí se encuentra ella con los primeros espigadores, aquellas personas que recogen lo que queda después de haberse cosechado un cultivo. Toneladas de patatas aptas para el consumo que han sido descartadas por su forma, su tamaño o su color. Poco le cuesta a Agnès seguir el hilo de los espigadores y comenzar a seguirlos por toda Francia : desde los que se hacen con ostras a los que buscan tomates. Cuando el espigador adquiere lo que busca sin agacharse, tirando, entonces se convierte en racimador, generalmente con la fruta o con la uva.

Es cierto que lo que ella cuenta tiene su importancia en el terreno de lo económico, pero esta película no sería lo que es si se hubiera quedado en eso. Lo que hace Agnès es mostrarnos lo más cerca posible cómo hay que tratar la realidad para sacar de ella cosas aprovechables. Todo, entonces, deja el terreno de lo económico para adquirir, además, un nivel metafórico. Las ostras que no se aprovechan o los tomates abandonados se convierten en símbolos de todo aquello que nos rodea y que no parece tener ningún interés para nosotros a la hora de convertirlo en una historia ajena o en algo más o menos propio.


Estamos educados para ver lo que vamos a ver y, en cierto modo, somos como esas maquinas que no recogen bien la cosecha. Agnès se lanza a la carretera y lo que muestra es que el ejercicio de convertirse en espigador de la propia vida es algo ya interesante.

Ahí está la vida, parece decir Agnès. Las grandes historias se las quedan en Hollywood y con ellas nos acostumbran a ver lo que somos de una forma simple y sin matices.

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