Manifestación 8M

Mañana a las 19:00h, desde la Plaza Mayor de la localidad, todas y todos a la manifestación del 8 de Marzo. Por la revolución feminista. Ahora y siempre.


MANIFIESTO 8M 2020 DE LA ASAMBLEA FEMINISTA DE ARANDA (AFA)
Como viene ocurriendo ya hace varios años, hoy 8 de marzo salimos a las calles para ocuparlas y teñirlas de feminismo, un movimiento que trata de cambiar el orden establecido
para hacerlo más justo e igualitario; más HUMANO. El sistema que padecemos genera desigualdades (opresiones) muy profundas que habitan dentro de nosotras (y nosotros) y que es trabajo y responsabilidad de cada unx deshacer, porque nos controlan desde ahí.
Las mujeres sufrimos realidades muy distintas y por eso la opresión nos afecta de formas muy distintas, pero nos afecta a todas. Opresión es que no te dejen ser, realizarte y
expresarte como tú decidas; opresión es que personas que no nos conocen ni nos entienden en absoluto decidan sobre aspectos determinantes en nuestra vida; opresión es
estar obligadas a cargar con unos estereotipos y unos cánones de cuyo cumplimiento depende que nos sintamos aceptadas; opresión es que no se nos escuche y se nos
nieguen los espacios, y a la vez se nos obligue a obedecer y aportar trabajo y esfuerzo a esta sociedad que no nos reconoce. El sistema que padecemos, patriarcal,
cisheteronormativo, colonial, hace que estemos más oprimidas cuanto más desfavorecido sea el colectivo al que pertenecemos; así, las mujeres racializadas sufren mucho más esta opresión que las blancas -mucho más si son pobres-, y auqellas con diversidad funcional la
sufren mucho más que aquellas cuya funcionalidad es considerada como “normal” por el sistema (es decir, apta para las tareas que éste demanda).
El feminismo nació en un contexto en el que el mundo había avanzado muchísimo técnica e industrialmente pero nada en materia de humanidad (socialmente), como respuesta a
una situación que hoy en día a la mayoría nos parece evidentemente desigual, con reivindicaciones que nos parecen obvias. Pero en su día fue pura transgresión, un
terremoto para los cimientos del orden patriarcal. El feminismo ha impulsado muchos de los avances sociales con los que hoy contamos de manera indudable, y con esa herencia seguiremos luchando hasta ver el mundo que (aún sólo) soñamos. Un mundo de responsabilidades y no de culpas, de cuidado, conciencia, solidaridad, escucha, empatía…
Recuperemos estos valores y vivamos a través de ellos, paremos y miremos, sanemos la herida. ¿Qué queremos para nuestra vida y la de nuestra Madre Tierra? Esto que tenemos, ¿es vida? Los valores están cambiados, damos importancia a cosas que nos anulan y empequeñecen y pasamos por alto la que nos hacen crecer y nutren nuestra vida. El feminismo toma como valor la sostenibilidad de la vida humana, para asegurar la cual propone una REORGANIZACIÓN SOCIAL que pasa por un cambio EN LA VIDA COTIDIANA, EN LA ESTRUCTURA DEL CONSUMO Y LA PRODUCCIÓN y en los VALORES que rigen nuestra vida como sociedad. Es preciso el cuidado de la naturaleza
para llegar a un estado REALMENTE SOSTENIBLE (porque la sostenibilidad de la vida va más allá de la vida humana). Es preciso subvertir el orden del mundo y el discurso
cisheteropatriarcal, racista y neoliberal, des-normalizar conductas de abuso y violencia, desmontar la cultura de la violación, el rechazo a lo diferente y la opresión a los colectivos desfavorecidos. SABEMOS QUE PARA RESISTIR HAY QUE SEGUIR AVANZANDO Y NOS SABEMOS FUERTES.
Entendemos que el día 8 de marzo es importante, pero más importante es el proceso que llevamos a cabo cada año, todos los días, para alcanzar este. Es importante acudir a los
actos públicos y las manifestaciones, pero más importante es llevar esta lucha a nuestro día a día, a nuestro entorno más cercano, para hacerla real. Es necesario tomar conciencia
de nuestra presencia en el mundo, de cómo está organizado y de cómo esa organización afecta a nuestra vida y a las vidas que nos rodean. NUESTRO mundo está regido por
lógicas de apropiación de los recursos del planeta y de las libertades de las personas por unos pocos cuyos intereses capitalistas son profundamente egoístas y destructivos. La
Tierra sufre por la violencia de quienes tratan de dominarla y las mujeres sufrimos por la violencia de quienes hacen lo mismo con nosotras. Y al final TODOS sufrimos por esas
violencias. La violencia machista es una cuestión que atañe a TODA la sociedad, y tiene su raíz en un sistema patriarcal, capitalista y colonialista que organiza nuestras relaciones
sociales conforme a un modelo basado en jerarquías de género, clase y raza. Frente a esto, luchemos por construir sociedades solidarias y justas que garanticen los derechos
humanos de todas las personas sin importar su procedencia u origen, y se basen en la responsabilidad y el cuidado.
La violencia sexual es UNA de las muchas violencias que sufrimos las mujeres. El rechazo a este tipo de violencia debe ir acompañado de cambios culturales, en las ideas, actitudes, relaciones y en el imaginario colectivo, para ser dueñas de nuestros cuerpos. Para que dejemos, como sociedad, de naturalizar las violencias sexuales. ¿Por qué seguimos hablando de consentir una relación sexual que nos implica de principio a fin? Empecemos a hablar de DESEAR el sexo que practicamos, ejerzamos la LIBERTAD SEXUAL que nos pertenece y que históricamente nos han arrebatado. Exigimos/Queremos una educación afectivo sexual que valore las diversidades sexuales y las identidades y/o expresiones de género, sin estereotipos; formar a los niños y niñas contra unas masculinidades violentas, posesivas y dominantes, excluyendo los tópicos del amor tóxico-romántico y haciendo posible el desarrollo de todo nuestro potencial.
También sufrimos la violencia institucional, a través del poder judicial, del sistema sanitario, de los servicios sociales y de los cuerpos de (in)seguridad. El poder institucional no nos
protege de la violencia, sino que ES violencia. No nos protege del racismo, la xenofobia, el machismo o la LGTBIfobia, sino que se basa en ellos, los genera y los fomenta. Queremos que la seguridad de los espacios públicos se conciba desde una perspectiva de género y
no mediante el incremento de la presencia de la policía y el control, que no hace sino aumentar la percepción de inseguridad. Queremos ser libres de ser y expresarnos como
somos. En este sentido, exigimos la despatologización, igualdad y amparo legal de las personas trans y no binarias, que no tienen “disforia” ni “incongruencia” de género, no
están enfermas, sólo quieren ser y expresarse como son y que la sociedad las trate así. EXIGIMOS LIBERTAD.
Nuestros cuerpos sufren estas violencias de manera directa. Se medicalizan y patologizan, y el desconocimiento sobre su naturaleza y funcionamiento nos oprime y nos genera
frustración y sufrimiento. Nos hacen ver como problemas y no como procesos naturales la menstruación, la menopausia o la propia vejez. Las embarazadas son sometidas a
violencia obstétrica. El parto es tratado como un trámite quirúrgico, generalizando las cesáreas y episiotomías. Se invisibilizan enfermedades que afectan a las mujeres, como la endometriosis. Los malestares que aparecen como sufrimiento anímico, producto de la vida que llevamos, no se estudian ni se atienden. Por los prejuicios y estereotipos de la sociedad, muchas y muchos profesionales de la sanidad consideran indignas de recibir atención a las mujeres migrantes, gitanas, trans, lesbianas o prostitutas, expulsándolas del sistema sanitaruio y por tanto de su derecho a recibir una atención integral. Las mujeres
con diversidad funcional son las otras olvidadas, sin acceso a la sociedad por falta de accesibilidad, vetando así su participación. La forma de funcionar de sus cuerpos es
sancionada con la invisibilidad de sus realidades, a causa de la grave carencia de herramientas como la asistencia personal y otros dispositivos para vivir en igualdad de
oportunidades y poder llevar a cabo sus proyectos de vida. Nos imponen cuerpos imposibles y un canon estético occidentalizado con el que NO nos identificamos: un cuerpo
ni demasiado gordo ni demasiado delgado, blanco pero algo tostado, moreno pero no negro, exótico pero no extranjero, que parezca libre pero no en exceso, que sea atlético y
funcional para el sistema, que sea femenino pero sin pasarse. Un cuerpo que ANULA NUESTRA DIVERSIDAD de formas de ser y estar en el mundo y que nos genera mucho
sufrimiento y autorrechazo. Queremos que se reconozca la diversidad de cuerpos y formas de ocupar el espacio. TODOS LOS CUERPOS SON DESEABLES Y DESEADOS. (Son tan diversos como nosotras).
Las mujeres migrantes y racializadas somos objeto de discriminación y explotación por este motivo además de por nuestro género. Somos directamente afectadas por las
fronteras exteriores, construidas con el único motivo egoísta del bienestar eurocéntrico, que se apoya en el expolio de los pueblos del Sur Global produciendo situaciones
económicas, bélicas, sociales y ambientales insostenibles que nos obligan a migrar. Y una vez migradas, sufrimos a causa de las fronteras interiores construidas a través del
colonialismo, racismo, islamofobia, antigitanismo, aporofobia y capitalismo, que mediante una interpretación excluyente de la ciudadanía las discriminan impunemente mediante la
Ley de Extranjería, que no respeta los derechos humanos ni la libre circulación. Tanto las fronteras interiores como las exteriores son producto de políticas orientadas a la gestión de la muerte. El mediterráneo está siendo la mayor fosa común de la historia y esto es contemplado e ignorado por un mundo blanco “CIVILIZADO” que nos vuelve tan
insensibles al sufrimiento ajeno que nos hace capaces de asumir tranquilamente una situación tan trágica e inhumana. Nos represalian por migrar y nos encierran en los CIEs,
somos consideradas peligrosas tanto por las instituciones del Estado como por las personas que pertenecen a él de pleno derecho y que por otra parte se benefician de los
trabajos forzosos que nos vemos obligadas a realizar para sobrevivir. Son las políticas de muerte las que este gobierno militarista utiliza y nos utiliza según sus intereses
económicos, y lo seguirán siendo mientras sigamos muriendo.
También nos vemos sometidas a una violencia económica que se manifiesta tanto en las desigualdades laborales que sufrimos como en la carga de trabajos domésticos y de
cuidados no remunerados que padecemos, que la sociedad nos impone como tarea y responsabilidad tradicionalmente nuestra. Los recortes sociales provocados por la crisis del
sistema capitalista han profundizado la división sexual del trabajo, condenándonos todavía más a trabajos precarios, peor pagados, no remunerados, invisibles e ilegales. A las
mujeres rurales las afecta especialmente la situación de abandono y desatención por parte de las Administraciones Públicas que sufren sus pueblos, viéndose obligadas a asumir el trabajo de cuidados, tanto de niñas y niños como de personas mayores, cubriendo las necesidades que estas carencias provocan. De otra parte, muchas mujeres con diversidad funcional que necesitan cuidados ven limitada o recortada esta posibilidad por requisitos administrativos, requisitos de un sistema que no busca el bienestar de las personas ni respeta sus libertades y derechos. El patriarcado y el capitalismo generan fuertes
desigualdades, relaciones de poder y destrucción de los recursos y las condiciones necesarias para tener vidas dignas. Son NECESARIAS nuevas maneras de relacionarnos, de organizarnos, de gestionarnos y autegestionarnos, que se piensen desde la conciencia
y la responsabilidad y garanticen justicia social y ambiental. (Nosotras no estamos hechas para el sistema, es el sistema el que debe estar a nuestro servicio.)
Estas violencias son reales y las sufrimos todos los días. Pero también es real, y cada vez más fuerte, la lucha contra ellas. Está sucediendo la construcción de un mundo
verdaderamente igualitario y libre; también son cotidianas y muy reales prácticas de amor, de cuidado, de sororidad, de compasión, de respeto profundo entre nosotras y con la iierra a la que pertenecemos y de la que somos hijas. Frente al NOSOTROS PRIMERO, estamos ejerciendo el NOSOTRAS JUNTAS. Aprendamos de quienes han entendido que la vida no consiste en dominar y castigar, en imponer desde el miedo, ni en sobreproducir
atendiendo a las necesidades del Capital y no de la humanidad, cuyos recursos vitales son explotados al servicio de éste. No tiene sentido. Seamos consecuentes con la conciencia que estamos tomando sobre qué intereses rigen el mundo y qué valores queremos que lo muevan, y llevémoslos a nuestra realidad más cercana, empecemos a vivir DE VERDAD conforme a ellos. Para cambiar hay que COMPRENDER, y para comprender de verdad es
necesario liberarse del discurso hegemónico impuesto para dividirnos y someternos. Hay que incomodarse, cuestionarse, practicar la rebeldía, desaprender, deconstruirse y volver a
construirse. Nada es incuestionable, desobedezcamos, pues nuestra obediencia es la herramienta más poderosa que tienen quienes nos controlan desde los prejuicios y las
divisiones.
NO PIDAMOS ALGO QUE YA NOS PERTENECE DE PLENO DERECHO: NUESTRA LIBERTAD. TOMEMOS CONCIENCIA DE ELLA, EJERZÁMOSLA Y LUCHEMOS CONTRA AQUELLO QUE SE PONGA POR DELANTE E INTENTE REPRIMIRLA.

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